July 20, 2008

Corriendo.

La semana termina, una vez mas, termina.
Estos horarios en la universidad siempre me dan uno que otro respiro, este sabado habrán excepciones.

Uno de mis profesores dijo que no podrá venir (creo que se turnan), tengo algo de tiempo, muy poco dinero, necesito llegar a la universidad.

Con medio pasaje puedo llegar a la casa de la abuela, almorzar un poco muy rapidamente, aunque, siendo casi las seis lo mas cercano a un plato de comida es pan y algun acompañamiento. Allá no cenan.

Voy a la panadería, compraré algo, el dinero no es mio, dinero que podría servirme para ir ya mismo a la universidad, para llegar, si es posible, volando.
Volando? no, ahora solo puedo correr, olvidé las herramientas en casa, no pude sacar mucho, pues... cuando se trata de correr, a lo más puedo lavarme la cara, los dientes, acomodarme el cabello y correr diciendo "ya vuelvo"

Regreso a casa de la abuela, bolsa en mano, panes calientes.
Están de moda aquellos llamados "Italianos", no tengo nada que decir, converso un momento con el abuelo.
De momento lo escucho mientras veo como prepara el té. Recuerdo esas conversaciones pensando en como eran las cosas antes, en como es que todo ha cambiado, que no se puede caminar tranquilo, que uno envejece y que de vez en cuando se da cuenta que ya no ve tan bien como antes, pero que a pesar de todo sigue preocupandose por la redondez de su letra, a pesar claro, de que es cierto, en esta epoca con eso de las computadoras uno ya ni sabe lo que es "escribir bonito".

Nos sentamos un rato, seguimos conversando, rompemos una vez mas la regla de politica fuera de la mesa (y menos si el televisor está funcionando), tocamos tema tras tema, si fue o no nepotismo, si hubo manipulación, aunque casi siempre llegamos a conversar de Ben Hur y si de verdad Messala fue siempre malo.
Tras todo esto, es que dejamos escapar algunas sonrisas y dejos propios de la gente que viene del Norte.

A pesar de ello, mi mente sigue escapando del contexto, sigo pensando en como salir de la casa de la abuela.
Lo peor de todo es que aun no baja de su cuarto, lo cual me predestina por lo menos media hora mas de conversaciones que tienen que ver con el "cómo estas?" o el "cuándo sales de vacaciones?" o "por qué no te quedas hasta mañana, mañana tenemos muchas cosas que limpiar".

No puedo salir ahora, necesito correr, salir de aqui. Lejos de aquí.
Aun no llego al momento del "necesito un sol", menos aún, no ha llegado la respuesta que dice "lo siento, ya es de noche, ya se fué..." o "pero toma la linea once..." (osea, vete caminando).

Es tarde, escucho un respiro con maldición incluida, es la abuela bajando las escaleras, algo nuevo debe dolerle, algo mas tendrá que contarme.
Es mas que probable de que haya alguna aventura no conocida del vecina de al lado, ahora en qué problema se habrá metido? "que barabaridad" diría mi abuela. Pero bien que me cuenta.

Es demasiado tarde, acabo de escuchar mi nombre, y las repeticiones y variaciones de volumen incluido, me hacen sentir cual sobreviviente de la guerra. Estoy perdido, acaba de bajar.

El destino es un maricón, maricón por hacerme todo esto,
por hacerle ver cada cierto tiempo que no creo en maricones,
por voltearle la cara cada vez que puedo.
Pero no, el es así, y me envía a la abuela con novedades de la familia, con detalles que ni siquiera yo logro entender, mas aun cuando tres de dos palabras me dicen "y tu mamá cuándo viene?".
Gracias mamá, por adelantarme la herencia.

Todo se pone cada vez mas obscuro.
Mientras veo el cielo desde el tercer piso, recuerdo mis tardes corriendo de aquí para allá, camino al parque, camino al trabajo de papá, necesitando, una vez mas... dinero.

Regreso a la realidad en forma de primer piso, es cierto, necesito dinero, el tiempo es una vez mi enemigo, y esta vez me lo recuerda con su puño izquierdo.

La verguenza dentro de poco dejará de existir, necesito dinero, necesito salir de aquí. El abuelo dice que no hay prisa, que puedo quedarme. Mi cara cambia una vez mas, es una de sus bromas, sabe que no me quedo en casa hace muchos años.

"Seis soles está bien?"
- Me parece perfecto!

Salgo corriendo, no miento, el tiempo apremia, la ganas sobran, el sudor comienza a cumplir con su trabajo, el cansancio es lo de menos. Consigo un colectivo que me aligera la vida, el camino y las ganas de llegar a tiempo se alimentan con cierto optimismo que ni las mil quinientas palabras que debo haber escrito alguna vez, pueden reflejar.

Por tres soles no se puede hacer mucho, bajo a medio camino. Ya es de noche, el frío se hace notar, debo llegar a otro paradero, estoy cada vez mas cerca.

Consigo tomar el bus que pudo esperarme, el chofer me vió corriendo. La madre Teresa tiene muchas formas de presentarse, y mas aun, de sacarme la lengua.
Estoy cómodo, en quince minutos podré llegar...

Estoy algo atontado, sigo cansado, el sudor se ha ido, pero el miedo ha vuelto, el miedo por no llegar a tiempo se acrecenta mas y mas. Peor aun si es que las avenidas y paraderos no se parecen en nada a tu lugar de destino.
Destino, maldito destino, solo me queda bajar, correr y rezar.

Dos soles en mano recorro las avenidas cercanas a la entrada de mi universidad. En lo que respecta a puertas no tengo muchos problemas, simplemente no les hablo y listo, paso de frente. Haciendo claro, el ademán de sacar un documento que nunca ve la luz, haciendo el gesto de que el examen está por comenzar, o simplemente haciendoles ver que no tengo ganas de quedarme parado a la respectiva verificación.

Sigo corriendo, son mas de las ocho, es tarde, lo sé, es tarde, cruzo una facultad que no es mía, la biblioteca, el camino entre arboles, subo escaleras.
Todo ha sido en vano, me lleva el diablo, el salón no solo está vacio, las luces estan apagadas, completamente cerrado.
El miedo es generalizado. No he cumplido con mi tarea.

Bajo cansado, desprovisto de animos, necesito lavarme la cara, todo ha sido en vano, no es justo que suceda esto.
Bajo por la escalera del medio, el baño de al lado casi siempre me ha traido suerte y agua limpia.
La fotocopiadora sigue funcionando, una pareja me ve bajar, Dios, debo verme terrible, sus caras lo dicen todo, debo darles pena.
Odio cuando esto sucede.

"Acaba de irse!"
Dijeron sonrisa en mano.
Amo cuando aprecian estas emociones.

Salgo corriendo, gritando un gracias que no se de donde salió, hace horas que no tengo voz y menos, aliento.
Volteo instintivamente a la izquierda, paso por el laboratorio de Química, ese lugar de ciertas conversaciones existenciales en las que nos hemos metido, aquellas que nos han llevado a discusiones de todo tipo, o las que nos han metido en problemas porque todo indica que a cierto profesor no le caigo o la verdad es que he comenzado a odiarlo.

Cruzo algunos carros que siguen estacionados, veo tiendas que sacan copias o imprimen a precios razonables, una facultad mas, nada ni nadie al rededor.

Sigo corriendo, se que llegará el momento de la encrucijada.
Y cuando hablo de esto, me refiero a la definición correcta del término, estoy en un camino que me da dos opciones, las cuales tomo dependiendo de lo que quiero hacer, sea conversar, caminar mas, llegar rapido, pasar el momento o ver un estadio vacio.

- Tomaré el equivocado...
Me dije firmemente.
Esto no puede ser mas triste, debo irme a casa, es tarde, es cierto, pero solo queda seguir corriendo.

Piso algo en forma de esperanza, levanto la mirada, no puedo mas, grito tu nombre, veo que una sombra piensa en detenerse, llego al minuto. Eres tú.

Feliz cumpleaños, logro decirte.
Robo un beso, robo un momento, te doy un abrazo.
Tenemos que irnos, es tarde, te acompaño. Feliz cumpleaños.

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